jueves, 26 de septiembre de 2013

DEJAR DE COMPLICARSE LA VIDA 2

Ya he apuntado en otras entradas que vivimos en la era de la hípercompetencia incesante. Y en un momento en el que mantener la relación con los clientes y neutralizar la presión de los competidores es tan difícil el Marketing se ha transformado en algo crucial en todos los estamentos de una organización empresarial y en muchas ocasiones quienes se ocupan de él están hechos un lío. 
Las categorías están aumentando a pasos agigantados, algo siniestro está ocurriendo. A pesar de la atención que la mayoría de las empresas dedican al "branding" (gestión de la marca), cada vez son más las categorías que se están "comoditizando" (ojo ser un commodity no es malo, pero depende de la categoría en que te encuentres, mas adelante se verá como incluso siendo un commodity se puede ser diferente).
Es decir, cada vez son menos las categorías en las que quienes compiten se diferencian por algo más que el propio precio. Están en la mente de los clientes pero eso es todo, son ocupantes, están allí pero no se las vincula con una idea o un concepto que las haga únicas.
La diferenciación se basa en los valores que tiene un producto o servicio, o en quien los ofrece. Valores reales o percibidos, racionales o emocionales. Cada uno ocupa una posición de ventaja en la mente de los clientes, más allá de que los propios clientes sean absolutamente conscientes de ello. Y el nivel en que los productos o servicios hayan logrado apropiarse de esos valores, y su significado en la vida de sus usuarios, determina si se han diferenciado y han alcanzado cierta prioridad en la preferencia de quienes deciden la compra.

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