martes, 12 de noviembre de 2013

CRECIMIENTO Y ÉXITO.

En esta entrada hablaré de crecimiento. Siempre existe la necesidad de crecer, lo difícil, como todo en la vida, es el cuando y el como. Lo que es muy cierto es que nunca hemos de tener la necesidad desesperada de hacerlo. El crecimiento es la consecuencia de hacer las cosas bien, pero en sí mismo no es la meta fundamental. La obsesión por el crecimiento es la culpable de que, muchas veces, se fijen metas imposibles. Cuando se analizan los errores que se cometen para forzar un crecimiento innecesario, se puede decir que se está atentando contra la salud de la marca. Pongamos un ejemplo que muchos conoceremos, cuando McDonald's se obsesionó tanto con su carta de helados y viendo que los primeros le funcionaron ciertamente bien, amplió su carta a 44 nuevos sabores, ni más ni menos y en un establecimiento de comida rápida!. Evidentemente no funcionó.
Muchas organizaciones viendo el buen funcionamiento de la marca y su actividad ( y en muchas ocasiones obsesionados por lo que hace la competencia y no por lo que sus clientes piensan de ella ), invierten cantidades desorbitadas en ampliar la gama, en nuevas instalaciones o en diversificaciones de negocio muy poco rentables que poco tienen que ver con su verdadera razón de ser. Habéis visto alguna vez unos esquís NIKE?.

En cuanto al éxito, creed si os digo que es más difícil de digerir que el fracaso. Os relataré una historia que en una ocasión leí en un fantástico libro de RAUL PERALBA y que junto a JACK TROUT son dos de mis grandes inspiraciones en el mundo del Marketing. La historia va sobre un pescador en Costa Rica y un analista de Wall Street.

En una pequeña aldea pesquera de Costa Rica veraneaba un exitoso analista de Wall Street y cada día paseaba por la playa donde pescadores con sus pequeñas barcas salían al mar a pescar. Un día, observando como uno de los pescadores descargaba su caja de la pesca del día le preguntó que tal le había ido el día, a lo que el pescador le contestó que había ido muy bien. A continuación el analista le preguntó si podía darle un consejo. El pescador asintió. Este le aconsejó que en lugar de salir con esa pequeña barca que adquiriera una mayor para ampliar su capacidad de pesca, que con los beneficios podría comprar un barco y así hasta una pequeña flota que en el plazo de unos dos o tres años podría convertirse en una aún mayor. Cuando su volumen de pesca fuera enorme tendría la capacidad para poder montar una conservera. En consecuencia tendría dos negocios exitosos y incluso ampliarlo hasta la adquisición de una flota de transporte terrestre para distribuir las conservas. La empresa sin duda tendría éxito y ya, cuando su empresa cotizara en bolsa, podría dedicar gran parte de su tiempo a estar con su familia y sus hijos. El pescador, le contestó, amigo mio, me levanto a las 5 de la mañana a pescar, como usted apreciará son las 2 del mediodía y ahora después de comer con mi mujer y mis hijos, voy a dedicar toda la tarde a jugar con mis 2 hijos pequeños, lo que usted me propone, ya lo estoy haciendo.

Con esta pequeña historia no pretendo dejar constancia de que no es necesario tener inquietudes y crear grandes empresas, pues todas las grandes compañías y organizaciones de este mundo han nacido a raíz de muy poca cosa. Lo que quiero mostrar es que no tiene que existir la necesidad de crecer, ampliarse y expandirse. Si realmente tu esencia, tu razón de ser, se adecuan a tu entorno, y de una manera paulatina y inteligente se va produciendo un crecimiento natural en tu organización, ADELANTE!. Pero lo incorrecto es crecer por ambición y a causa de decisiones poco meditadas.

Veréis, tengo un conocido que tenía un exitoso local de ocio, ubicado en una buena zona y con una clientela fiel, tenía muchísimo éxito, inclusive en muchas ocasiones la gente tenía que esperar para entrar. El local era de una capacidad pequeña-media y con una personalidad muy definida. Este conocido mio, cegado por grandes cadenas, invirtió todos sus beneficios en ampliar el local para tener mucha más capacidad. En principio la idea puede ser coherente salvo por el hecho de invertirlo todo, triplicar sus gastos fijos y sufrir el revés de destruir la personalidad del local, la cual desapareció por completo. Parece curioso pero a la gente le gustaba esperar para entrar. Se convirtió en una gran superficie fría y sin la personalidad anterior. Al cabo de un año cerró arruinado. Muchos pensareis, como puede ser que a la gente le gustara esperar para entrar a un local?, en este caso valía la máxima de "lo bueno se hace esperar", y eso no hay quien lo cambie puesto que su sector era el del ocio, el de la diversión. No estamos hablando de hacer una interminable cola en unos grandes almacenes.

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